Cada vez son más frecuentes las consultas en cuanto a los beneficios o los peligros de consumir determinados alimentos. Entre los más consultados están la leche y sus derivados.
Me resulta difícil no asociar el vaso de leche con imágenes de mi infancia y especialmente de mi madre insistiendo en la importancia de “tomar la leche” para estar sanos y fuertes. En nuestra cultura el consumo de productos lácteos está fuertemente asociado a la idea de salud, crecimiento, salud ósea entre otras virtudes. ¿Es esto así? ¿Podemos tener problemas por consumir o no consumir lácteos?
Primero decir que no hay dudas de los beneficios y conveniencia de la leche materna. Lo que vamos a evaluar son los productos lácteos que consumimos habitualmente, los de origen animal y con distinto grado de modificaciones (estado hormonal del animal, pasteurización, fermentación, fragmentación, fortificación).
¿Qué nos dicen los estudios?
A continuación un resumen sobre lo más importante. Les recomiendo leer también “Si, pero…” para interpretar todo esto en contexto.
Crecimiento
- Si la leche materna no está disponible, la leche de vaca (o fórmulas a partir de leche de vaca en menores de 1 año) es una buena opción nutricional en los primeros años de vida.
- En etapas de crecimiento, el consumo de leche se asocia a mayor estatura. Ser más alto se asocia a menos riesgo cardiovascular pero a más riesgo de algunos cánceres y de fractura de cadera.
Salud ósea
- El consumo de lácteos no se asocia a mejor salud ósea ni menor riesgo de fractura.
Paradójicamente los países con mayor consumo de lácteos y calcio tienen mayor incidencia de fracturas de cadera. Si bien esto podría deberse a otras variables confundidoras, no hay información que respalde la idea de que el consumo de lácteos se asocia a menor riesgo de fractura e inclusive un estudio asoció mayor riesgo de fracturas de caderas en hombres a mayor consumo de lácteos.
Relación con el peso
- No se observa una relación clara entre el consumo de leche y el peso.
- El consumo de leche descremada se asocia a mayor aumento de peso en niños en comparación con leche entera.
- El consumo regular de yogurt (probióticos) se asociaría a una menor ganancia de peso.
Salud cardiovascular (presión arterial - colesterol)
- No existe una asociación clara entre el consumo de lácteos y la mortalidad cardiovascular.
Se pensaba que el alto porcentaje relativo de potasio de la leche podría contribuir al control de la presión arterial pero esto no pudo demostrarse en los estudios.
El consumo de grasas saturadas (65% de la grasa de la leche es saturada) se asocia a aumento de colesterol LDL ("malo"). Dado que el colesterol LDL es un factor de riesgo clásico para enfermedad cardiovascular parecería lógica la recomendación de muchas guías de consumir productos bajos en grasa saturada y/o reemplazar fuentes de grasa por hidratos de carbono. Si bien es cierto que con esas recomendaciones disminuye el colesterol LDL, también disminuye el colesterol HDL ("bueno"), el tamaño de las partículas de LDL, aumentan los triglicéridos y niveles de factores inflamatorios que se asocian a mayor riesgo vascular.
- Es más importante considerar que comemos junto a los lácteos o que dejamos de comer reemplazando por lácteos que el aporte de la leche de manera individual.
Diabetes
- No existe una relación con mayor riesgo de diabetes tipo 1.
- El consumo de lácteos podría disminuir o aumentar levemente el riesgo de diabetes 2 según con que se compare, menor riesgo que con bebidas azucaradas y mayor riesgo comparado con café.
- Es más importante considerar que comemos junto a los lácteos o que dejamos de comer reemplazando por lácteos que el aporte de la leche de manera individual.
Cáncer
- Un mayor consumo de lácteos podría estar asociado a mayor riesgo de cáncer de próstata y endometrio y a menor riesgo de cáncer de colon.
El aumento de la secreción de factor de crecimiento insulinoide (IGF-1) que ocurre con el consumo de lácteos (también ocurre con muchos otros alimentos) podría estar relacionado a esta asociación en estudio.
Alergias e intolerancias
- Hasta un 4% de los niños pueden tener alergia a proteínas de la leche de vaca ocasionando esto un problema nutricional.
- El consumo de proteínas de leche de vaca se asocia a mayor riesgo de condiciones atópicas (eccemas, asma, alergias alimentarias). Estos cuadros mejoran con fórmulas con proteínas hidrolizadas o con leche de soja por ejemplo.
- La intolerancia a la lactosa limita el consumo de productos lácteos.
Si
pero…
Es esta información la posta?
En el mundo científico no toda la información tiene el mismo peso. Existen distintos tipos de estudios que pueden realizarse y algunos son más adecuados y con menos potencialidad de errores que otros. Es así que existe un ranking de mejores estudios para responder distintos tipos de preguntas.
Los estudios sobre alimentación y estilo de vida en general son muy difíciles de realizar. La mayoría son estudios de seguimiento (cohortes) que tienen varias limitaciones.
En este tipo de estudios no es posible tener en cuenta y controlar todas las variables en juego y por lo tanto en el ranking de estudios no ocupan los primeros lugares y las conclusiones hay que “tomarlas con pinzas”. Por ejemplo, un estudio puede concluir que el consumo de probióticos se asocia a un menor aumento de peso. Esto podría ser por efecto del probiótico o bien que las personas que consumen probióticos tienen estilos de vida más saludables en general y son menos sedentarias. Por eso decimos que hay una relación de asociación (vemos que los que consumen más probióticos aumentan menos de peso) y no de causalidad (no sabemos si la causa del menor aumento de peso es por el consumo de probióticos o por otra causa).
Por otro lado, en este tipo de estudios, es difícil medir con precisión lo que queremos saber. Imagínense que les preguntan cuántos vasos de leche tomaron en promedio en el último año? Algunos tendrán un registro más fiable otros no tanto, otros podrán “dibujar” la respuesta pensando que es mejor o peor.
Con que estamos comparando?
Este punto es central para analizar la información. Por ejemplo, algunos estudios muestran que el consumo de lácteos se asocia a menor riesgo cardiovascular cuando se compara con carnes procesadas pero con más riesgo si se compara con consumo de pescado y frutos secos. No es lo mismo si la leche reemplaza a bebidas azucaradas y otros azúcares refinados que si reemplaza a frutos secos, frutas enteras y legumbres.
Resumiendo
La leche y sus derivados son una mezcla de macronutrientes, micronutrientes y factores de crecimiento. En ese sentido no tiene ningún componente en especial que no pueda obtenerse de otras fuentes. Los resultados de los estudios no respaldan muchos de los beneficios, en particular en relación con la salud ósea, por los cuales se estimula un mayor consumo de lácteos. Y para la mayoría de los beneficios o contras es más importante considerar que comemos junto a los lácteos o que dejamos de comer reemplazando por lácteos que el aporte de la leche de manera individual.
Los lácteos son una fuente nutricional más y deberíamos pensarlos dentro de una alimentación global. En poblaciones en las que los requerimientos calóricos y nutricionales no se alcanzan son una opción buena y necesaria. Por otro lado, en poblaciones con una nutrición adecuada no aportarían ningún beneficio en especial y se está evaluando la asociación con algunos riesgos por lo cual la recomendación de aumentar el consumo de lácteos es discutible. Si el consumo de lácteos es bajo se debería incorporar otras fuentes de calcio y vitamina D.
Para la mayoría de las personas el foco debería estar en su alimentación global y no en el detalle de lácteos sí o no o en qué cantidad. Si mi alimentación es en base a productos procesados y bebidas azucaradas, sin dudas, obtendré más beneficios para mi salud dejando procesados que incorporando o dejando productos lácteos.
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